martes, 14 de agosto de 2012

MANGLARES

     Tuvo que ser aquel inoportuno huracán, Giliberto, el que me arrancara de la tutela de mi progenitor justo la víspera del día que había previsto llevar a cabo el plan preconcebido de mi definitiva emancipación: dejarme caer con la marea alta, acaso bajo el influjo de la luna creciente, deslizarme silenciosa y subrepticiamente hasta tomar posesión, no muy lejos, como pionero de alguna ribera virgen.
     Es verdad que los planes si salieran siempre a pedir de boca resultarían bastante aburridos, por el contrario aquí estoy en mitad del océano y son, he perdido ya la cuenta, tal vez tres las semanas que llevo a merced de las corrientes sin vislumbrar, ni siquiera en sueños, el menor atisbo de tierra firme.
     Pese a todo el periplo a través de esta inmensidad de agua (durante un instante, vista desde el espacio, la faz entera del planeta Tierra cabría en este océano), no está resultando tan monótono como se podría imaginar. Hace pocos días una familia de ballenas grises pasó junto a mí en su viaje hacia el norte y durante unos segundos tuve la oportunidad de practicar surf a lomos de su estela. Peor fue la gigantesca mole aterradora del infame carguero de bandera de conveniencia y su rastro oleoso e iridiscente. Aun retumba en mis sentidos vegetales el estruendo de sus motores.
     Esta mañana, finalmente, creí ver una isla de escaso relieve semejante a un atolón coralino, pero la alegría dura poco en la casa del necesitado. Todo ha terminado, aquí confluyen las derivas del Pacífico, los viajes sin rumbo, los naufragios, aquí he llegado yo desde las costas de mi México natal a este lugar de pesadilla que ocupa una extensión de más de 600.000 kilómetros cuadrados y que crece sin cesar. Ya no puedo huir, me he quedado atrapado en los anillos de plástico de un pack de seis latas de Coca-Cola, a mi lado yace el cadáver putrefacto de una tortuga verde capturada por el nylon de una red de deriva. Una ballena yubarta se aleja sin saber que ha engullido accidentalmente parte de este plancton venenoso, tal vez mañana su enorme corpachón sin vida regrese a consumirse a esta tumba flotante.

Vista aérea del Gran Roque (Venezuela). Gran parte de
 su territorio se encuentra ocupado de manglares.
¿QUÉ SON LOS MANGLARES?
     Los manglares son grupos de árboles y arbustos leñosos pertenecientes a diversas especies y géneros que están adaptados para vivir en terrenos inundados. Estas diferentes especies tienen en común, sin embargo, la tolerancia a los altos niveles de salinidad ya que crecen frecuentemente a lo largo de la costa en contacto directo con el mar. Otras características comunes son el desarrollo de raíces aéreas que ayudan al árbol a sujetarse en los terrenos blandos y la producción de plántulas o semillas flotantes.
     El término “manglar” lo toma de los árboles que lo forman, a los cuales se les llama comúnmente “mangles”, palabra que deriva del guaraní y que significa “árbol retorcido”.
     Para su desarrollo requieren temperaturas tropicales y terrenos ricos en materia orgánica protegidos de los fuertes oleajes. Por ello sus lugares favoritos de crecimiento se encuentran en ambos trópicos, pudiéndose distinguir dos zonas principales de distribución: la Zona Oriental que incluiría el este de África, el sur de Asia y el Pacífico, llegando hasta Australia y otras islas de Oceanía, lugar donde se concentra la mayor diversidad. La Zona Occidental  comprendería la cara oeste de África y las costas de América hasta el Caribe.
     La importancia de los manglares es vital para las especies marinas. Al desarrollarse en presencia de agua salada atraen a multitud de peces y otros organismos acuáticos que pasan su etapa juvenil alimentándose de la materia orgánica y el sustrato formado por sus raíces y encontrando además protección ante sus depredadores. Este hecho convierte a los manglares en unos auténticos viveros de los mares tropicales.

Mangle rojo (Rizophora mangle)
MANGLE ROJO
Rhizophora mangle, L.
Mangle rojo, mangle colorado, mangle tinto, purgua, ratimbo, mangle grande.
Familia: Rhizophoraceae.
Etimología: Rhizophora viene de los vocablos griegos “rhiza” (raíz) y “phorós” (portador), por tanto significaría “portador de raíces”. La palabra mangle deriva del guaraní y significa “árbol retorcido”.
Lugar de origen: Se encuentra en América tropical y África tropical occidental.
Descripción:
     El mangle rojo (Rhizophora mangle) es un árbol de hoja perenne de hasta 15-20 metros de altura aunque a veces puede tener aspecto arbustivo y no superar los 6-8 metros. Posee un tronco recto, en ocasiones retorcido del que salen unas enormes raíces aéreas (neumatóforos) con aspecto de zanco. La corteza esta llena de numerosas y delgadas grietas, es de color verde pálido aunque si raspamos esta primera capa nos encontramos con una corteza interior de color rojizo. Las ramas son de color más oscuro que el tronco y en su punta se reúnen de forma alterna y opuesta las hojas con formas redondeadas, oblongas o elípticas, con frecuencia terminas en punta. Son de color verde oscuro por el haz y con tonalidades amarillentas por el envés. Las pequeñas flores de forma estrellada florecen durante todo el año y se presentan en cantidades de 2 a 4 por pedúnculo. Poseen cuatro sépalos coriáceos y cuatro pétalos cuya parte inferior es de color blanco-amarillento, más rojizo en la parte superior. Los frutos son bayas en forma de pera, coriáceas y de color pardo. En su interior se van desarrollando las semillas que van produciendo unas raíces gruesas y verdes antes incluso de caer del árbol, cosa que hará cuando la nueva planta esté formada y su peso le haga caer para establecerse independientemente enterrándose en el lodo o flotando hasta encontrar un ambiente apropiado.

Mangle rojo (Rizophora mangle). Detalles de la flor, las hojas y los frutos desarrollados antes de caer del árbol.
Mangle negro (Avicennia germinans)
MANGLE NEGRO
Avicennia germinans, L.
Mangle negro, mangle prieto, palo de sal, mangle salsa, mangle rosado, mangle iguanero.
Familia: Avicenniaceae.
Etimología: El término “Avicennia” es asignado en honor al famoso científico y médico árabe Abu-Ali al-Husayn Ibn-Sina, más conocido como Avicena (980-1037), pionero en el uso de ciertas hierbas medicinales.  “Germinans” es una palabra latina que significa “que brota” en referencia a su particular forma de reproducción.
Lugar de origen: Se encuentra en ambas costas de América tropical.
Descripción:
     El mangle negro (Avicennia germinans) es un árbol que puede alcanzar hasta 15-20 metros de altura en las zonas tropicales más favorables, adquiriendo portes arbustivos en las zonas menos favorables. Crece asociado a otras especies de mangle y rara vez forma rodales puros. La corteza es áspera y fisurada, de color gris negruzco con un ligero reflejo plateado. Las raíces son aéreas (neumatóforos) no tan gruesas como otras especies de mangles. Las hojas son grandes, simples, opuestas, de color verde oscuro por el haz y grisáceo por el envés. Tienen forma lanceolada, borde entero y superficie glabra. Estas hojas a menudo se presentan cubiertas de cristales de sal debido a que expulsan a través de sus poros el exceso de sal que absorben sus raíces. Las flores se distribuyen en panículas terminales o axilares. Tienen una corola formada por cuatro estambres y cuatro pétalos lobulados de color blanco con el centro amarillento. Los frutos son cápsulas bivalvas en forma de elipse que contienen una semilla única. En países como México o la República Dominicana puede llegar a fructificar durante todo el año. Esta especie está considerada como “vivípara” ya que la germinación se realiza cuando el embrión se encuentra todavía dentro del fruto dando lugar a una plántula nueva antes de la caída del fruto del árbol progenitor. Esta plántula flota al caer y es transportada por las corrientes de las mareas produciendo raíces en un período de tres semanas después de la dispersión.

Hojas de Avicennia germinans. A la derecha detalle de las excreciones de sal.
Flor y frutos de Mangle negro (Avicennia germinans).


Acumulación de basura en el Océano Pacífico.
LA ISLA DE PLÁSTICO DEL PACÍFICO
     Ya hemos visto como los mangles se reproducen soltando plántulas que flotan a la deriva arrastradas por las corrientes marinas hasta encontrar un ambiente favorable para su asentamiento definitivo. A veces, como en el caso de la “plántula” protagonista de nuestro relato inicial terminan adentrándose en el océano y alejándose de la costa. Pero, ¿dónde irán a parar estas desorientadas plantitas?.
     En el Pacífico Norte existe un “vórtice  de corrientes oceánicas” en el que queda atrapado cualquier elemento que flote a merced de las corrientes. En el se acumulan multitud de desperdicios que arrastran y atrapan a otros desperdicios. Algunos de estos residuos se descomponen con facilidad, ¡pero otros no!. Estos residuos que tardan más en descomponerse son en su mayoría plásticos y otros desperdicios producidos por el hombre y que arrojamos al mar con total desfachatez. Con el paso de los años la concentración de desechos en esta zona ha ido aumentando de forma constante hasta crear una auténtica isla de plástico.  Esta “Isla de Plástico”, también conocida como “Sopa de plástico”, “Sopa de basura” o “Sopa tóxica” es sin duda un desastre ecológico de dimensiones descomunales, ya que el plástico termina degradándose y creando toxinas que se integran como parte del plancton y son ingeridos por muchos peces y animales marinos.
     El tamaño real de esta isla se desconoce pero hay estimaciones que dicen que puede ser de 700.000 kilómetros cuadrados. Otros dicen que podría contener más de 100 millones de toneladas de desperdicios y que se acercaría a los 15 millones de kilómetros cuadrados doblando por tanto en extensión a Australia, considerada como la mayor isla del planeta.
La acumulación de residuos producidos por el hombre puede llegar a
producir verdaderas islas flotantes como podemos ver en este mapa
elavorado por la organización Greenpeace.
     Con estas descomunales dimensiones, ¿cómo puede haber pasado inadvertida durante años?. Lo cierto es que este vórtice es una zona evitada por los barcos ya que hay poco viento y mucha presión y por otro lado esta isla no es detectada por los radares y las fotografías desde el espacio sólo registran agua. No fue hasta el año 1997 cuando fue descubierta de forma casual por el oceanógrafo Charles Moore y más recientemente en el 2010 se  descubrió la formación de otra mancha similar en el Atlántico Norte.

viernes, 10 de agosto de 2012

LA MÚSICA DE LAS PLANTAS (MAGIA EN EL BOSQUE)

TEMA: MAGIA EN EL BOSQUE
COMPOSITOR: MANUEL ÁLVAREZ
Si quieres escuchar más temas de este compositor visita su blog http://manuelalvarezcompositor.blogspot.com.es/