martes, 25 de mayo de 2010

LOS CANTUESOS, AROMA DE LAVANDA

     Tengo una extraña sensación, una emoción inquietante. Un sentimiento de rabia y de furor. Presiento que la ira me confiere un gran poder, y el poder me da valor. Ahora estoy preparado y no debo retrasar más mi partida, he de salir en busca de la bestia que dio muerte a mis padres y a los miembros de mi clan, mi estirpe..., mi familia. Dragón, Hipogrifo o Basilisco de dos cabezas, lo que quiera que seas, cruel Morthunde, tiembla en tu guarida, allá donde te halles.
     Veamos, ¿qué indicios he de seguir para dar con tu escondida morada?. ¿Qué pistas me confió Atlante?, el legendario mago, maestro de hechiceros y brujas, adalid de las magias blancas y defensor de las causas justas. Ya recuerdo, cinco son las señales y como cinco espadas se clavarán en tu corazón. La primera es un acertijo: “No es más bestia el ciempiés por tener cien pies, lo es más el oso con solo dos”. Está claro, ¡ya lo tengo!, este enigma te describe, ¡miserable alimaña!. Sin duda te sostienen dos enormes garras de águila cual imponente Grifo.
     La segunda pista es el Sol. El viejo mago mencionó que debería encaminarme “hacia donde el inmenso astro de luz se retira a descansar...” y en esa dirección deberé encontrar a una poderosa bruja, su discípula Ágatha, “...no te preocupes, la encontrarás, ella sabrá guiarte hasta su morada”. Allí me confiará la tercera pista.
     Hace un buen rato que anocheció. Las tinieblas cubrieron este extraño bosque por el que transito y llevo ya tiempo siguiendo esa tenue luz, a lo lejos, a la que nunca logro llegar. Estoy cansado, debo buscar un sitio para acampar. Hace unos meses me habría muerto de miedo solo con la idea de tener que pasar la noche en un lugar tan perturbador como este, pero ahora..., ahora no hay en mi alma un solo rincón para el miedo, en mis entrañas solo albergan el odio y la venganza.
     – “Despierta caballero” – dice una voz suave y serena. –“Soy Ágatha..., te estaba esperando”. Ante mis ojos se muestra la dulce imagen de lo que pudiera ser un ángel, figura muy alejada de lo que esperaba encontrar en una bruja, pero sin duda debe ser ella, la discípula aventajada del gran mago. Su voz melodiosa sigue sonando en mis oídos pero no consigo entender lo que dice, seguramente esté instruyéndome, pero yo estoy demasiado embobado contemplándola. –“Despierta otra vez, caballero. Tu misión es ardua y el tiempo exiguo”.
     Llegamos al pie de un gran bosque y de entre todos los cantos de aves destaca uno. –“¿Escuchas ese canto?”, –“¿Cuál de ellos, señora?” –“Tu sabes cual, caballero. Escúchalo bien, es la llave que abre la puerta hacia la bestia, tu tercera pista”.
     Un gorjeo simple, pero armonioso nos llevó a descubrir un pequeño pajarillo, de aspecto simple como su canto. ¿Cómo le llamó?, un bisbita, creo recordar. Debo familiarizarme con su trino, ¡es importante!.
     Me despido de la encantadora hechicera, ya se todo cuanto he de saber. Parto hacia poniente, debo encontrar la cuarta pista: un inmenso campo de cantuesos. No se si seré capaz de encontrarlo, nunca he visto un cantueso.
     Llevo horas caminando, metido en mis pensamientos, cansado, con apenas fuerzas para subir esta pequeña loma, tan sólo un paso más. Un vistazo tras la colina y mi semblante se ilumina, ¡por fin!...¡te encontré! . Un inmenso campo morado delante de mí, por suerte el cantueso florece en esta calurosa estación, pero no veo el final, ¿dónde está el final?. Millas y millas de arbustos morados y entre todos ellos yo debo encontrar la más importante de las pistas. ¡Oh, Ágatha, mi señora! ¿cómo voy a encontrarla?. Piensa un momento, ¿qué dijo ella?... –”De entre todos los arbustos morados debes encontrar el único que es diferente, un cantueso blanco, tu quinta pista. Un pájaro es su guardián, el bisbita, escucha su canto, tu ya lo conoces, él te guiará. Ese matorral de flores blancas revela la entrada de una cueva oculta, morada de la bestia. Corta una flor del arbusto, ¡pero sólo una!, guíate por ella, te llevará hasta aquel a quien buscas”.
     Gracias, mi benefactora, tus instrucciones me han llevado hasta aquí, con mi flor blanca en la mano frente a la entrada de la cueva, ¡mi venganza está cerca!. La flor parece guiar mis pasos y me dejo llevar. Un fuerte olor a animal me hace presentir la cercanía de mi despreciado enemigo. Por fin descubro su presencia, un Dragón imponente y aterrador. Debo coger aliento y atacarle con rapidez para poderle asestar con mi espada un golpe certero en su corazón... Pero...¿qué es esto?, a su lado un pequeño retoño de dragón de mirada enternecedora. Estoy desconcertado, ¿mi enemigo es una madre?, ¿puedo yo deshacer una familia?. Y si hiciera eso, ¿en qué me convertiría?, sin duda en una bestia despreciable como aquella a la que persigo.
     Concentrado en estos pensamientos reparo en un detalle que no había visto hasta ahora. ¡Grilletes!, ¡tienen grilletes!, eso significa que son esclavos, son cautivos, ¡son victimas!. Viéndoles así, inmovilizados por una de sus cuatro patas...¿he dicho cuatro?, eso me lleva a la primera pista, aquella que me debería indicar el aspecto de mi adversario. En ese momento el cantueso blanco, el que me ha de guiar hasta mi rival, parece tomar vida de nuevo y me hace girar hacia mi espalda. Ante mi, ahora, se descubre un hombre de aspecto repugnante, de barbas desaseadas, olor nauseabundo y voz ronca que esputa mientras vocifera: –“¡Cómo osas entrar en la casa de Morthunde!, ¡de mi casa nunca nadie ha salido vivo!”. Ahora lo entiendo, la bestia de dos patas se muestra ante mi. Está demasiado cerca, lo he comprendido tarde, demasiado tarde.

     No recuerdo nada más, únicamente esas palabras que golpean en mi mente una y otra vez: ¡De mi casa nunca nadie ha salido vivo!, ¡de mi casa nunca nadie ha salido vivo!, ¡de mi casa....

CANTUESO
Lavandula stoechas, Lavanda pedunculata.
Cantueso, cantahueso, romero de piedra, tomillo borriquero.
Familia: Lamiaceae.
Lugar de origen: Región Mediterránea.

Descripción:
Llamamos cantueso a distintas especies de lavandas, pero las más tradicionales y extendidas son la Lavandula stoechas y la que se consideraba hasta no hace mucho una subespecie de ésta, la Lavandula pedunculata. Se trata de arbustos muy aromáticos (no en vano pertenecen al género de las lavandas), de hasta un metro de altura, bastante ramificados, con ramas cubiertas de abundantes pelos. Las hojas son de color algo grisáceo sobre todo por el envés, tomentosas, enfrentadas, largas y estrechas, de borde entero. Flores de color púrpura formando líneas verticales que recorren el conjunto de la inflorescencia, apiñadas en densas espigas terminales de forma cuadrangular coronadas por un penacho de brácteas de color morado, a veces rojizo. La función de este penacho es la de captar la atención de los insectos. En la especie pedunculata las inflorescencias poseen un pedúnculo más largo y suelen ser de mayor tamaño. La corola es de color violeta oscuro y el cáliz, de tamaño pequeño, queda oculto por la bráctea. Florece en primavera y principios de verano.

Cultivo: Vive en terrenos de pH ácido, sobre suelos sin cal, preferentemente silíceos como los pizarrosos o los graníticos. Exposición soleada en espacios abiertos. Es extremadamente resistente a la sequedad. No es especialmente sensible a plagas ni a enfermedades. Se reproduce por esquejes realizados a principios del otoño y también por semillas.

Utilización: Como arbusto aromático y ornamental, aislado, en setos bajos o en borduras, combinados con otros ejemplares de su misma especie o con otras de similares características como jaras, etc. Es apta para macetas.

Propiedades: Se usa como antiséptico, empleándose para lavar llagas y heridas. En infusión se usa en baños y lociones contra las infecciones cutáneas leves y traumatismos. De las flores se pueden obtener perfumes. Incluida en la flora apícola por su gran producción de néctar.

Refranero: “Si el aire huele a cantueso, lo huele el puerco y lo huele el queso”. (Refiriéndose al potencial aromático de este arbusto en plena floración, capaz de disimular otros olores menos agradables).

Cantueso blanco.
Foto de José Luis Becerra González
Curiosidades:
      No podemos concluir sin hacer una referencia al protagonista de nuestro relato “el cantueso blanco”. En raras ocasiones y como extraña singularidad podemos encontrar en convivencia con los típicos cantuesos morados, otros cuyo color predominante es el blanco. Se trata de una mutación albina del tradicional cantueso, que ha perdido la coloración de las corolas de sus flores y de sus penachos característicos. Potenciando esta anomalía, en Inglaterra se cultivan para jardinería cantuesos blancos y los comercializan con el nombre de “Madrid White”. Otra especie a la que se le llama cantueso blanco es la Lavandula viridis que posee corolas blancas aunque sus penachos se presentan de color verde amarillento, por eso nos podemos encontrar que en algunos sitios se la conozca más por “cantueso verde” o en Inglaterra por “Yellow lavander” (Lavanda amarilla).Esta variedad de cantueso, difícil de encontrar, es sin embargo común en algunas zonas de la Península, como la sierra norte sevillana, la sierra de Aracena y Andévalo, y en islas como Madeira o Azores.
     Queremos hacer una aclaración para los habitantes del levante español donde llaman cantueso al Thymus moroderi (cantueso murciano o tomillo alicantino) que guarda algún parecido razonable con el cantueso común aunque se trata de un tomillo y no una lavanda. De la destilación en alambiques de cobre del pedúnculo y la flor del cantueso murciano y posterior envejecimiento en barricas de roble, se obtiene un licor de color transparente o pardo oscuro. Licor que recibe el nombre de “Cantueso alicantino”.




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martes, 18 de mayo de 2010

LA SECUOYA GIGANTE


     Despacho del coronel Douglas al teniente Torrey destinado en Fort Alamosa (Colorado):
     -“El pasado 16 de mayo, el anciano jefe lakota Whasicum y veintiuno de sus guerreros robaron caballos y escaparon de la Reserva Standing Rock. Tiene usted el deber de perseguirlos, encontrarlos, capturarlos y reintegrarlos de nuevo a la reserva. Utilice para ello el número de hombres y la fuerza que considere necesaria”.

     El teniente Torrey no solo conocía al jefe Whasicum sino que además le respetaba y admiraba por lo que llevar a buen término la misión encomendada no iba a resultar una tarea fácil, pero las órdenes y el cumplimiento del deber están siempre por encima de las consideraciones personales.

     “Dieciocho días llevamos tras la pista de los fugados. Hemos atravesado las Montañas Rocosas, el gran desierto de Arizona, pero siempre los exploradores Pawnee han seguido sin complicaciones el rastro de los evadidos. Parece como si deliberadamente nos marcaran el camino que debemos seguir. Y ahora estamos aquí al pie de las Montañas Blancas, acampados en el mismo lugar en que los indios acamparon la noche anterior. Uno o dos días a lo sumo, para alcanzarlos, pero temo que no se dejarán coger vivos”.

     -“Mi teniente, los exploradores han encontrado los caballos. Están en la entrada de un umbroso bosque donde destaca un grupo de árboles de colosales dimensiones, pero no hay ni rastro de los guerreros. Además, los exploradores no han querido entrar en el bosque, se muestran reticentes y nerviosos”.

     “Recorro el interior del bosque, maravillado y asombrado por el porte de los gigantescos árboles. El silencio que impera es sobrecogedor, ni siquiera los pájaros parecen querer cantar en esta soledad imponente. Mis soldados han rastreado por todas partes a lo largo de varias millas a la redonda de manera infructuosa. Pero, de pronto, lo he comprendido todo y ordeno el regreso de mis hombres a Fort Alamosa”.

     “Admirado jefe, te guardaré el secreto. Sólo yo me di cuenta del prodigio. En el centro de aquel bosque se erguían orgullosos veintidós gigantes. Ninguno de esos árboles morirá nunca de viejo”.

    

SECUOYA GIGANTE
Sequoiadendron giganteum
Secoya gigante, árbol de mamut.
Familia: Taxodiaceae.
Lugar de origen: Norte de California.

Descripción:
Árbol monoico muy longevo (puede llegar a vivir de 2.000 a 4.000 años) y de excepcionales dimensiones, pudiendo llegar a superar los 100 metros de altura. De crecimiento muy rápido en los primeros años de vida, posee un tronco grueso y fibroso de color pardo-rojizo. De joven muestra su característica forma cónica pero con la edad la copa se redondea y pierde espesor. Las hojas son persistentes de forma acicular dispuestas en hileras en espiral, de 3 a 8 milímetros de longitud y de color verde claro. De flores pequeñas agrupadas en pequeños ramilletes, las femeninas forman una especie de piña. Sus frutos permanecen varias temporadas en el árbol y maduran a los dos años. Tienen forma de piña alargada de unos 7 cm de longitud por 4 cm de ancho.

Cultivo: No necesitan un tipo de suelo en especial aunque prefiere terrenos poco calcáreos y frescos, pues necesita vivir con sustratos con cierta humedad. Resiste las bajas temperaturas, no en vano su hábitat natural se sitúa entre los 1.500 y los 2.000 metros de altitud en las sierras de California. Se reproduce mediante semillas que deberán ser estratificadas durante un mes o mes y medio. Se pueden utilizar injertos para conseguir distintas variedades.

Utilización: Como ejemplar aislado teniendo cuidado de plantarlo en un lugar muy espacioso para que pueda lucir su porte majestuoso.

Refranes y frases:
Thomas Bryan Underwood, en su libro La historia del pueblo Cherokee, escribió sobre George Gist un mestizo cherokee llamado Sequoyah (inventor de un sistema de escritura que permitió interpretar el idioma de los indios cherokee) lo siguiente:

"Aunque no hay losas de piedra sobre su tumba para conmemorar el fallecimiento de Sequoyah, el honor de su nombre y su pueblo estará siempre en las secuoyas intemporales a las que él dio nombre en el alfabeto que inventó”.

Propiedades medicinales: Tradicionalmente se usaban cataplasmas de hojas calientes en el tratamiento de los dolores de oído. La savia gomosa se ha utilizado como tónico y estimulante.

Curiosidades:
     Las secuoyas son unos árboles excepcionales que baten records tanto de longevidad como de dimensiones. A menudo a los ejemplares más majestuosos se les suele denominar con nombres de personajes ilustres como si se les quisiera dotar de un carácter humano. Veamos algunos de ellos: En el Sequoia National Park (California), se eleva el General Sherman una secuoya gigante de entre 2.300-2.700 años que tiene el honor de ser el árbol más voluminoso del mundo y uno de los más altos. Su tronco pesa 1.385 toneladas, con un volumen de 1.486,6 metros cúbicos, mide 83,8 m. de altura y tiene un diámetro máximo de 11,1 m. Pero el General Sherman no es un caso excepcional, existen ejemplares que le superan en records parciales aunque no en peso. Así secuoyas como el General Grant, Boole o Stagg tienen un diámetro mayor al de Sherman, y otras como Hazelwood, Diamond o Hart, la superan en altura. Existen noticias de secuoyas mayores que cayeron en el siglo pasado víctimas del hacha y el explosivo. Vamos a conocer la historia de una de ellas, "La Madre del Bosque":
     En 1852, unos mineros encontraron un bosquecillo de secuoyas en el condado de Calaveras (California). La noticia del hallazgo llegó a oídos del empresario George Gale. De entre todos los árboles, Gale observó un gigante de 91,5 m. de alto, 28 m. de circunferencia y asombrosamente recto y lo llamó la "Madre del Bosque". Gale vio en ese árbol un gran negocio y contrató a cinco hombres para talarlo. Pero la Madre del Bosque no murió fácilmente. Los leñadores tardaron 25 días en terminar su tarea, e incluso una vez serrado completamente, el árbol siguió en pie y todos los intentos por derribarlo fueron inútiles. Días después, durante un temporal, la secuoya empezó a gemir con el viento y finalmente sucumbió. Su caída fue oída en un poblado a 15 millas de distancia.
     Otro empresario construyó un hotel al lado de la Madre del Bosque y sobre su tocón se celebraban bailes y conciertos. Años después, nivelaron el tronco a ras del suelo y encima montaron una bolera. Triste final para uno de los árboles más impresionantes que ha visto el hombre.
     Otras secuoyas, aunque no taladas totalmente, sí fueron ahuecadas para permitir el paso de vehículos. En 1878, fue taladrada la primera secuoya en Yosemite National Park (California) un árbol muerto llamado Dead Giant, hoy en día todavía en pie, aunque en la actualidad, el paso de automóviles está prohibido.


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miércoles, 12 de mayo de 2010

EL GINKGO, EJEMPLAR PREHISTÓRICO Y GRAN SUPERVIVIENTE.

     Diario de a bordo del “Botanic explorer” : Lunes, 10 de Mayo de 2062. “Hoy, por fin, tras varios años de espera, hemos recibido la tercera señal desde que se inició nuestra misión de búsqueda de posible vida vegetal extraterrestre. La señal recibida en nuestro scanner es muy débil, sólo un 3,6 en la escala de Leymann, pero comparada con las dos señales anteriores resulta esperanzadora. Los indicios de vida de 1,6 y 2,2 puntos localizadas en los planetas Albar y Tecnnion resultaron ser falsos, pero en esta ocasión varios datos adicionales me hacen tener ciertas sensaciones que me llevan a pensar que esta vez estamos cerca,... lo presiento.”

     (Estación espacial MB-564. Quizás a cientos de miles de millas):
     –“Comandante Ochoa, hemos recibido un comunicado del “Botanic explorer” .
     -“Continúe, señor Démchenko, no se quede callado, ¿o es que tengo que sacarle siempre las palabras con sacacorchos?”
     -“Sí, señor, el teniente Lewis nos informa que ha detectado una nueva señal localizada en el tercer planeta del nuevo sistema planetario al que nos acercamos”.
     -“¡¡Vaya, vamos a tener que apremiar al Consejo de Científicos para que le ponga de una maldita vez nombre a todo ese conglomerado de rocas!!.” “Gracias, Démchenko, comuníquele al teniente Lewis que puede iniciar la operación de descenso y reconocimiento. Yo me encargaré de notificárselo al Consejo”.

     Hace ya cerca de cincuenta años que tuvimos que abandonar nuestra querida Tierra, nuestro amado planeta. Nuestros líderes, los políticos, una raza especial, ¡¡una raza de ineptos!!, tampoco supieron aprovechar esa última oportunidad. Sabían lo que había que hacer, sabían que apremiaba, pero incluso en ese último momento no quisieron ponerse de acuerdo.
     Se creó entonces nuestra misión, al margen de los gobiernos, una misión exclusivamente científica, con hombres, mujeres y niños de todos los países y razas. No buscamos nuevos mundos donde poder vivir, buscamos nuevas especies vegetales para poder regresar y repoblar con ellas nuestro devastado planeta...

     (Maniobras de acercamiento del “Botanic explorer”). Destino: Tercer planeta del sistema planetario, aún sin nombre designado. Descripción: Tamaño mediano, coloración en superficie ligeramente azulada con tonalidades verdosas, hay síntomas de posibilidades de atmósfera, quizás pequeñas nubosidades. Posee un solo satélite girando a su alrededor, lugar idóneo para hacer una escala antes de descender.
     -“Teniente Lewis, su misión se ciñe a localizar la fuente emisora de la señal y, si procede, recoger muestras para su análisis”.
     -“Recibido, me dispongo a descender... Punto actual 500 kilómetros hasta destino”.

     (Tras un lapso indefinido de tiempo):-“Estación espacial, 10.000 metros para el punto de destino..., 8.000 metros, 6.000. Este lugar parece un sitio acogedor y el aire parece respirable. 1.000 metros, puedo ver a lo lejos una masa verde formando lo que podría parecerse a un bosque. La emoción me embarga, ¡¿lo habremos conseguido, por fin?!”.

     (Estación espacial MB-564, sede del Congreso de Científicos). Todos los miembros del consejo esperan impacientes los resultados del análisis de las muestras recogidas. La octogenaria doctora Miyamoto, presidenta del consejo, se dispone a dar a conocer los resultados:
     -“Doctores y doctoras, se que están impacientes por conocer los resultados así que no les voy a hacer esperar más. Los datos son sorprendentes. Se han recogido muestras vegetales y tras el análisis de nuestros expertos y con ayuda de nuestros ordenadores, hemos llegado a identificar una especie arbórea, y por un momento nos ha sumido en una situación desconcertante. ¡Se trata del Ginkgo biloba!”- Se oyen murmullos en toda la sala, mientras la doctora Miyamoto continúa –“Si, señores, ese viejo y tenaz superviviente que bien conocíamos en mi querida patria Japón, nuestro arcaico y longevo ginkgo, que a tantos cataclismos sobrevivió, aparece ahora en este remoto planeta. ¿Cómo es eso posible?. La respuesta es tan sencilla como sorprendente: Hemos vuelto a casa, ¡¡bienvenidos a la Tierra!!”.

GINKGO
Ginkgo biloba
Ginkgo, ginko, árbol de los 40 escudos, árbol sagrado, árbol de las pagodas.

Familia: Ginkgoaceae

Lugar de origen: China, Corea y Japón.

Descripción:
     Árbol caducifolio dioico de hasta 25 metros de altura, es un árbol muy antiguo y muy resistente a los factores climáticos adversos. De porte globoso en los ejemplares hembras y erecto en los ejemplares machos. Hojas lobuladas en forma de abanico. Flores en botones o con largo pedúnculo según sean machos o hembras. Frutos globosos, amarillentos de 2 cm. de diámetro.

Cultivo: Su ubicación idónea es sobre suelo profundo y fresco, aunque aguanta terrenos calizos. Su clima más favorable es el templado aunque aguanta perfectamente el frío. Se reproduce mediante semillas aunque también por esquejes. Se le puede realizar poda de formación. No tiene especiales problemas con plagas y enfermedades.

Utilización: En parques y jardines grandes, como ejemplar aislado. La vistosidad de sus hojas le confieren un destacado valor ornamental.

Refranes:
Proverbio chino “El tiempo y el ginkgo todo lo curan” (refiriéndose a la gran variedad de propiedades curativas del ginkgo).

Propiedades medicinales:
     Las hojas del ginkgo tienen múltiples propiedades terapéuticas por lo que en la antigüedad fueron usadas como moneda entre los comerciantes. Entre estas propiedades destacan las que giran en torno a la circulación sanguínea. Los flavonoides y los biflavonas, son sustancias que actúan como antioxidantes. Los terpenos actúan como antiagregante plaquetario que reduce los procesos inflamatorios. Posee un efecto antiestresante y neuroprotector lo que permite ser utilizado en enfermedades cerebrales como la demencia senil o el Alzheimer. Otras cualidades relacionadas con la insuficiencia cerebral son las que se ocupan de mejorar las alteraciones de la visión, los tiempos de reacción, la depresión y la memoria, favorece el rendimiento y reduce los mareos. Contribuye al tratamiento de síntomas del síndrome premenstrual, revierte algunas complicaciones asociadas a la diabetes, como es el caso de la impotencia sexual, previene el vértigo y otros desórdenes del equilibrio, y además, mejora notablemente el dolor, calambres y parestesias (sensaciones de hormigueo o adormecimiento en la piel) debido a su influencia vascular periférica. Se usa también en estética, ya que se aplica en tratamientos de masoterapia para mejorar la circulación sanguínea y aliviar el estrés. Sin embargo también es conocido el carácter tóxico de sus frutos y se pueden presentar alergias o mostrarse sensibilidad a la planta en cuyo caso se desaconseja su uso.

Curiosidades:
     El Ginkgo posee características particulares que lo hacen único ya que no cuenta con “parientes” vivos al ser el único miembro de su clase y formar una sola especie. Originarios de china estos árboles se encuentran muy escasos sobre Japón, sin embargo, uno de éstos sería el protagonista de una historia plagada de esperanza y buena fortuna. Hoy en día, un ejemplar de esta especie posee el nombre de árbol portador de esperanza (Hosen-Ji), ya que fue el único ser vivo que logró, junto a tres ejemplares más de esta especie, salir intacto a la fuerte ionización producida por la bomba de Hiroshima en la zona cero.
     Esta hazaña no fue producto de la suerte ni de la casualidad, sino que al contrario el árbol de la esperanza logró sobrevivir a causa de su singular biología. El Ginkgo, al ser un fósil viviente, evolucionó en un tiempo en el que la atmósfera terrestre poseía una configuración particularmente diferente a la actual, al encontrarse esta fuertemente oxigenada. Razón por la que esta especie posee una alta tolerancia a la oxidación; mismo tipo de oxidación celular que acabó con casi todos los tejidos vivos de los seres que se encontraban en o sobre la zona cero del fatídico “Día Nuclear”.

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miércoles, 5 de mayo de 2010

GENÉRICOS: LAS JARAS

     “Me vuelvo al pueblo, Fermín” – Le confesó Antonio a su íntimo amigo de la infancia, justo al finalizar la cotidiana partida de cartas de antes de comer. Ambos habían abandonado la tierra que les vio nacer hace casi cincuenta años en busca de oportunidades de trabajo en la ciudad.
     -“¡Me vuelvo al pueblo!, llevo ya varios días madurándolo. Aquí no pintamos nada desde que cerraron la fábrica, y nos jubilaron. ¿Te has dado cuenta de la cantidad de paletos desarraigados que hay en Fuenlabrada?”.
     -“Pero Antonio, allí no hay mas que jarales”.
     -“Es verdad, pero esas jaras, en su día, también dieron muchos jornales. Tu padre y el mío hacían cisco con las jaras...
     -“¡Cisco es lo que estamos hecho nosotros ahora!”- interrumpió Fermín, llevándose ambas manos a la espalda-.
     -“De niño recuerdo que en el pueblo casi todos los vecinos teníamos colmenas, las viejas colmenas de corcha de alcornoque y púas de jara. Y qué me dices del murciano que todos los años tenía a medio pueblo cogiendo brazaos de jara que luego cocían en aquel caldero gigante que montaron en el molino viejo para extraer el ládano...
     -“...¡con leña de jara!. Y la esencia que destilaban en el alambique del tío Paulino”. - Continuó Fermín un poco ya contagiado del entusiasmo de su amigo.

     Los dos veteranos amigos parecían iluminarse, no era la primera vez que se producían semejantes charlas preñadas con los recuerdos infantiles de su pueblo.

     -“¿Y la mángala?. ¿Te acuerdas cuando íbamos a buscar la mángala?”

     La mángala o mangla, la misteriosa golosina que exudaban las ramas y tallos de las jaras pringosas en los calurosos días de agosto y que los chiquillos recogían con un palo, formando bolas de sabor tan delicioso como la memoria evocadora de los ancianos.

     -“¡Hasta mañana, Antonio!, la nuera debe estar a punto de servir la comida”.
     -“Hasta mañana, Fermín, a las once en El Pensionista, para la partida, como siempre”.
     -“Como siempre”.

LAS JARAS

     Con las jaras vamos a iniciar una serie temática dedicada a grupos genéricos. Dejaremos pendiente la ficha de cada especie para retomarla en el futuro. Hoy, sin embargo, hablaremos de las características comunes a todas ellas.
     La familia de las Cistáceas abarca a los géneros Halimium, Helianthemun, Xolanta, Fumana y Cistus, entre otros. Es éste último al que vamos a dedicar nuestra atención.
     El género Cistus engloba a una serie plantas de arraigado pasado cuyas especies han sido identificadas con denominaciones populares como jaras, estepas, jaguarzos o jarillas. Los ejemplares de este género se caracterizan por ser arbustos de escasa talla, bien ramificados, con hojas que nacen enfrentadas, simples, de tamaño generalmente pequeño y con el borde entero. Las flores pueden ser de distintos colores que van desde el blanco al rosa o al púrpura y son de tamaño grande con numerosos estambres. El fruto, con su característica forma de cesto es el responsable de dar nombre al género Cistus ( del griego "kisthos" que significa caja o cesto) y por extensión a toda la familia de las Cistáceas. Son cápsulas lignificadas, globosas, que se abren en un número concreto de valvas dependiendo de la especie.
     La distribución de las jaras se reparte a lo largo de toda la zona mediterránea desde Portugal hasta Oriente y norte de África, sin olvidarnos del archipiélago Canario, si bien donde mayor desarrollo alcanza es en el mediterráneo occidental, especialmente en la Península Ibérica donde se encuentran 13 de las 16 especies que hay en Europa (en todo el mundo, dependiendo de los autores existen de 17 a 20 especies).
     Centrándonos en estas trece especies que habitan en nuestra península vamos a intentar resaltar algunos rasgos de diferenciación entre ellas: La estepa blanca (Cistus albidus), el jaguarzo merino (C. crispus), la estepa menorquina (C. creticus) y la jara de Cartagena (C. heterophyllus) se caracterizan por tener flores de color rosado intenso, de mayor tamaño en C. albidus (de 6 centímetros de diámetro) y de menor en C. heterophyllus (de 3 a 3,5 cm.), siendo C. albidus la de mayor representación de las cuatro en la Península Ibérica. El resto: la jara pringosa (Cistus ladanifer), el jaguarzo morisco (C. salvifolius), la jara cervuna (C. populifolius), el jaguarzo (C. monspeliensis), el carpazo (C. psilosepalus), la estepa (C. laurifolius), la romerina (C. libanotis), el jaguarzo blanco (C. clusii) y (C. palbinbae) poseen flores de color blanco de distinto tamaño en cada especie.
     Queremos destacar entre todas ellas a la jara pringosa (Cistus ladanifer), la especie de mayor tamaño cuyas enormes flores blancas se diferencian bien de otras jaras con las que a menudo aparece mezclada, porque en la variedad "maculata", suelen poseer una mancha violeta en la base de cada pétalo lo que le otorga el nombre popular de “jara de las cinco llagas”, aunque estas flores también pueden ser completamente blancas en la variedad "albiflorus". Esta especie segrega una sustancia pegajosa llamada ládano (de ahí su denominación popular “pringosa” y su nombre científico C. ladanifer ) que tiene la propiedad de dificultar el crecimiento de otras plantas lo que le confiere una gran capacidad colonizadora.

Refranes:
-Jara con la jara y frente al barender poco berbear. (Dicho de maleantes que aconseja hablar o “berbear” poco con la policía).

Curiosidades:
     Si buscamos el origen de la palabra jara encontraremos que proviene del vocablo árabe sa´râ que significa algo así como matorral. Con este significado aparece también la palabra mozárabe xara en algunos documentos del siglo XIII.
     Entre las utilidades que tenían las jaras en la antigüedad destacaremos la importancia de su madera, que jugaba un papel fundamental en la apicultura tradicional, (cuando las colmenas se hacían de corcho) debido a su resistencia al apolillamiento. Se utilizaban unos palos secos de jara llamados “tranquillas” cuya misión era sujetar los panales colocándose en forma de aspa en su interior. También se utilizaban una especie de clavos de madera de jara llamados “viros” para coser el corcho por los lados.
     Otro producto de la jara era la mangla, llamado también “Maná de España”, que consiste en una sustancia azucarada que se forma en las heridas y cicatrices de tallos y hojas, con aspecto de copos blancos o amarillentos de sabor dulce que servían para combatir la tos, aunque su motivo principal de recolección era que servía de golosina para los niños. No hay que confundirlo, a pesar de su nombre, con el maná de la Biblia, que era extraído del “Fresno del Maná” (Fraxinus ornus).
     No queremos terminar la presente sección sin hacer una mención a una curiosa planta vinculada a las jaras, llamada colmenilla (Cytinus hypocistis). Esta especie carece completamente de hojas y aparece al pie de algunas jaras con su tallo adherido sobre la raíz de la planta a la que parasita. Es curioso que existe una subespecie (sub. hypocistis) que parasita sólo a jaras de flor blanca y otra subespecie (sub. kermesinus) que hace lo propio con las jaras de flor rosada. A pesar de su pequeño tamaño pertenece a la misma familia que la flor mas grande del mundo la Rafflesia arnoldii de las selvas de Indonesia.